Manchester City pasó más apuros de los que imaginaba y tuvo que remar de atrás frente a Manchester United en el clásico de la ciudad, que finalizó 3-1 con una actuación descollante de Phil Foden.
Ante la obligación de vencer previa a la visita a Anfield, en un pulso grandioso por el liderato de la Premier League con Liverpool, respondió el City con un ejercicio de paciencia con el que fue borrando del campo hasta hacer desaparecer al Manchester United. Su ejercicio de resistencia duró lo que decidió Foden.
En la lucha de estilos quedó claro que el City de Pep Guardiola todo el mundo sabe a lo que juega y al Manchester United de Erik ten Hag le fue grande el traje del derbi.
Sostenido por una genialidad de Rashford a los ocho minutos. Premiando con un gol espectacular lo sencillo. Balón en largo de Onana, recepción de Bruno Fernandes, pase atrás y derechazo de 30 metros inapelable.
Un gol que incluso hizo soñar al Manchester United con que saliera cara en la moneda al aire en el que últimamente se convierten sus partidos.
Enterrada la seguridad del arranque de 2024 con partidos en los que añora liderazgo. Nadie dio un paso al frente. Se quedó sólo en la batalla Rashford, siempre incidente para aprovechar el espacio al contragolpe en la línea de tres defensiva de Guardiola.
No le quedaba otra al City que tomar riesgos. El pulso por el título pasaba por un triunfo previo intento al asalto de Anfield.
Había vencido el líder, Liverpool, sobre la bocina y una brecha de 4 puntos condicionaba la próxima jornada. Con la posesión siempre abrumadora (74%) y un ritmo frenético de juego, se inició la búsqueda de la remontada.
El gol había cogido por sorpresa a todos. El City vivía en área rival, lanzaba córners sin cesar -hasta doce en el primer acto-, Foden afinaba su zurda, Stones se dormía en el remate y Haaland no precisaba un testarazo.
Pero este curso el punto débil del equipo de Guardiola es el retorno tras pérdida. Los espacios que aparecen en una defensa corta de efectivos. Los aprovechó Rashford, y los quiso Garnacho.
El empuje continuo del City provocó pasos atrás del United. Bien posicionado de inicio, incluso perdonando el segundo tras un resbalón de Rúben Dias, siendo último hombre, que dejaba sólo a Rashford con todo el campo para correr.
Un mal control y la cobertura de Walker fue decisiva. Tanto como la firmeza de Onana en el primer acto. Sacando con su pie derecho el disparo cruzado de Foden, al que arrebató un mano a mano con su salida rápida minutos después.
La superioridad con balón local no se convertía en acciones de peligro. Un dominio sin determinación en los metros finales se plasmó en 18 remates, apenas tres a portería.
Incluso la sensación de generar un daño mayor cuando, otra vez Rashford, aparecía en el segundo palo para perdonar con un mal remate otra acción vertiginosa del United.
Con menos desborde del habitual en el costado de Doku. Con Bernardo Silva intentando poner calma en un encuentro sin control. Pese a la falta de claridad del primer acto, el City siempre genera.
Onana quería convertirse en el héroe del derbi con una estirada al disparo de Rodri. Enganchó de diestra un mal despeje centrado de Varane, con potencia y bote final en el césped que aumentó el mérito de la intervención del portero que al borde del descanso, ya superado, miraba al cielo dando las gracias.
Porque Haaland falló lo que nunca se ha visto. Sólo bajo palos, tras el centro de Rodri, la asistencia perfecta de cabeza de Foden y el remate de zurda arriba. Más difícil mandarla a la grada que a la red.
Se salvaba de milagro el United al que el segundo tiempo se le hizo eterno. Aún más parapetado en su terreno. Sin un centrocampista con personalidad para pedir el balón y anestesiar el partido.
Se volcó el City y el partido duró lo que aguantó en pie Onana. Una estirada al disparo de Doku desviado por un defensa fue su último servicio.
Nada podría hacer en la devolución del golazo inicial, cuando Foden amagó a su zurda y soltó un latigazo inalcanzable a la escuadra. Ten Hag era amonestado por su queja tras petición de falta a Rashford en el arranque de la jugada.
Sabía la que le venía encima. Sin profundidad de banquillo, con peor plantilla que el todopoderoso City, que encontró más dinamita con la entrada en escena de Julián Álvarez.
El United ya no existía. Era cuestión de tiempo. Y llegó tras un error de marca de Casemiro, que perdió la estela de Foden cuando lanzó la pared a Julián, y cuando reaccionó, el héroe del derbi ya había firmado su doblete de gloria.
Aún hubo tiempo para el desquite de Haaland, tras robo de Rodri en zona alta, y definición de primeras para sacial el hambre de un goleador insaciable./EFE