Mucho se ha hablado sobre el promedio de bateo del venezolano Luis Arráez durante toda la temporada, en la cual ha coqueteado en ocasiones con el histórico número .400, alcanzado por última vez en un año por Ted Williams en 1941.
Y aunque esa marca se vea cada vez más difícil de conseguir, el intermedista de los Marlins de Miami aún podría conquistar su segundo título de bateo consecutivo con uno de los promedios más altos que se hayan visto en las Grandes Ligas en los últimos años
Sin embargo, hay una virtud escondida detrás de “La Regadera” que pocos conocen: Su capacidad para lanzar, algo que en algún momento le gustaría hacer en las Mayores.
“Siempre me ha gustado (lanzar)”, expresó Arráez. “Desde que era un niño, me ha gustado. Al final, terminé firmando como jugador de posición, pero de presentarse la oportunidad, sí me montaría (a la lomita)”.
Claro, éste no es un territorio del todo desconocido para el oriundo de San Felipe, quien, con el uniforme de su país, ayudó a la selección venezolana a conseguir un título mundial, en parte gracias a sus labores monticulares.
Hay que remontarse al 2012, año en el que se disputó el primer Campeonato Mundial de Béisbol Sub-15 en la historia, organizado en Chihuahua, México.
La selección de Venezuela buscaba su pase a la final del torneo, en el que enfrentarían a su similar de Cuba. Pero previo al último partido de la semifinal, el conjunto de Arráez se quedó sin lanzadores disponibles para el determinante partido ante Brasil.
“Sólo nos quedaba enfrentarnos a Brasil (para intentar avanzar a la final), pero el equipo se quedó sin lanzadores disponibles”, recordó Guillermo Quintero, quien fungió como coach de la tercera base para aquel equipo. “Pero (Arráez) se ofreció. Estábamos en la hora de la comida, y se me acerca a decirme: ‘Yo mismo soy, si falta un pitcher para mañana’”.
Y así fue. El cuerpo técnico decidió jugarse el pase a la final del torneo poniendo a un jugador de posición sobre la lomita.
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¿El resultado? Arráez lanzó una blanqueada ante Brasil, coqueteando incluso con un no-hitter que conservó hasta la quinta entrada, para impulsar a Venezuela al triunfo por 10-0 y asegurar el boleto a la final.
“Recuerdo haber lanzado cambio, curva y muchas rectas; tenía una buena recta”, señaló Arráez. “Tenía 15 años y ya lanzaba 87 millas por hora. Recuerdo un pitcheo en recta que le hice a un brasileño y me dio hit al jardín derecho, con el que me quitó el no hit no run”.
Pero el impacto de Arráez en la selección aún no terminaba. Al día siguiente, se disputaba la final del torneo, instancia en la que Venezuela retaría a la invicta y ampliamente favorita selección cubana, que tenía como estrellas principales al actual cañonero de los Astros, Yordan Álvarez, y al patrullero de los Medias Blancas, Luis Robert Jr.
Horas antes del partido, ocurrió una situación similar a la de la semifinal, sólo que en esta oportunidad el vacío estaba en el jardín derecho, producto de una lesión que sufrió el titular de la posición, Greifer Andrade – quien terminó como líder jonronero del evento – en el partido ante Brasil.
Pero en esta ocasión, el cuerpo técnico ya sabía a quién acudir.
Un día después de lanzar un juego completo, Arráez fue titular de la pradera derecha para Venezuela, que eventualmente logró sorprender a Cuba con resultado de 10-2 para alzarse con el primer campeonato Sub-15 de béisbol.
Aunque hay algo que todavía le falta trasladar de aquellos tiempos al presente. El poder subirse a lanzar sobre un montículo de las Mayores es algo que aún tiene pendiente, aunque advierte que, si se da la oportunidad, se lo tomará muy en serio.
“Si se da, yo voy a ir a sacar outs”, menciona. “No voy a poner la pelota para que me den hit o jonrón; voy a sacar el out. (Es algo que) disfrutaría”.
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