No jugamos hoy en día lo suficiente con nuestros hijos. Realmente lo que hacemos es proporcionarles herramientas para que ellos jueguen, creyendo que no somos parte importante del proceso, y ahí radica el error, según denuncia en una entrevista con Infosalus María Couso, pedagoga, maestra con máster en Psicopedagogía Clínica y Neuroeducación (‘PlayFunLearning’).
Considera cierto esta experta que el ritmo de la sociedad nos lleva siempre a ir corriendo a todos lados y a veces no focalizamos sobre lo importante, el darles atención a nuestros pequeños, cuando eso es lo que ellos buscan y necesitan: «Muchas veces queremos cubrir esa necesidad con objetos, juguetes, videoconsolas, cuando más no es mejor, y se nos olvida que conformamos un papel fundamental dentro del proceso de desarrollo de nuestros pequeños».
Insiste así María Couso en que no jugamos lo suficiente con ellos y en muchas familias cambian sus preferencias de juego y se opta por juegos autónomos, o por mucho consumo de videojuegos, por encima del tiempo de los juegos de mesa, y olvidamos que a lo mejor podemos facilitar ese proceso lúdico necesario para el desarrollo de los niños a partir del desarrollo de cualquier juego de mesa, como una oca o un parchís.
«Todo su desarrollo cognitivo coge como base el apego que establezcamos con nuestros hijos», apostilla durante una entrevista con Infosalus con motivo de la reciente publicación de ‘Cerebro, infancia y juego. Cómo los juegos de mesa cambian el cerebro’ (Destino).
Bondades de los juegos de mesa
Con ello, cuestionamos a una de las mayores divulgadoras del país sobre la importancia de los juegos de mesa para el desarrollo de los menores y sobre cómo estos son capaces de cambiar el cerebro de los pequeños.
Sostiene que el juego de mesa es una herramienta que nos permite cambiar las formas de procesar las cosas, teniendo en cuenta que el cerebro está en un constante cambio y la neuroplasticidad de este. «El juego es un mecanismo de aprendizaje holístico que nace de la curiosidad más primaria, y por eso es una herramienta que hay que tener a disposición en casa o en los colegios, en lugares donde hay niños», remarca Couso. Precisamente, en este manual que acaba de publicar hace hincapié sobre la importancia de los juegos de mesa para el desarrollo de nuestros hijos y le pedimos que enumere las principales bondades de estos:
1.- Permite el desarrollo global del individuo porque, de un lado, estamos compartiendo un mismo espacio personal, interaccionamos, a nivel de percepción sensorial estamos haciendo un ‘input’ para que ese desarrollo surja; de hecho, cuando tienes que coger una pieza de un juego o establecer una dinámica en turnos interaccionas con otros, y con los elementos del entorno; por tanto, a nivel de percepción sensorial se entra de lleno en su desarrollo.
2.- En habilidades emocionales compartimos un tiempo lúdico, de entremetimiento donde las emociones tienen que ser agradables, estamos vehiculando a través de esa dinámica lúdica una emoción agradable, liberamos serotonina que nos hace sentirnos bien, y nos permite esa vinculación con quienes jugamos asiduamente.
3.- Trabajamos habilidades lingüísticas porque leemos instrucciones, o en quienes no saben leer todavía comprender el mensaje que otro adulto me transmite respecto a la dinámica de ese juego de mesa; asimismo tenemos que comunicarnos entre nosotros, y debemos respetar turnos de palabra.
4.- A nivel de competencia matemática todos los juegos implican un conteo, ya sea las piezas que tengo en la mano, o los puntos que de alguna manera se van ganando a través de la partida, incluso a nivel de rondas ( en qué ronda estamos, cuántas rondas tiene el juego), así ya trabajamos esa competencia matemática.
5.- A nivel de funcionamiento ejecutivo, en el cerebro tenemos el área prefrontal, encargada de las funciones ejecutivas, es decir, aquellas establecidas para trabajar a lo largo del día y gestionando todas nuestras acciones, e incluso acumulando datos que necesitamos para hacer determinadas actividades; entonces, esas funciones ejecutivas se trabajan en los juegos de mesa porque yo tengo que tener constantemente presente ‘qué es lo que tengo que hacer durante mi turno’, ‘cuál es el objetivo del juego’, o saber en qué estado de juego están el resto de jugadores.
6.- Implica la flexibilidad cognitiva, una función ejecutiva que se debe trabajar con los niños porque por naturaleza estos son más rígidos que los adultos y lleva al aprendizaje de la frustración, porque no siempre voy a ganar, por lo que se trabaja también esa mecánica a nivel de habilidad social, sobre cómo gestiono mis emociones para con los otros.
7.- También control de impulsos y los niños no tienen buen control inhibitorio, y hay muchos juegos que, por estrategia o por velocidad, tienes que pensarte mucho si la respuesta que das a un determinado estímulo es adecuada porque, de no serlo, el propio juego te va a penalizar y te invita a la reflexión.
Con todo ello, y coincidiendo con la Semana Mundial del Cerebro, Couso resalta que los juegos de mesa permiten ejercitar esa zona prefrontal, donde se desarrollan esas funciones ejecutivas que, según todas las investigaciones científicas, tiene un desarrollo a término sobre los 25 años: «Esto no significa que los niños pequeños no tengan funciones ejecutivas, pero hacen como la función de becario, donde sacan fotocopias y nadie les presta atención, y por eso es importante comenzar de forma original a entrenar este funcionamiento ejecutivo».
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