Convivir con una enfermedad inflamatoria, crónica e inmunomediada afecta al estado emocional de los pacientes y a sus relaciones personales y familiares, conllevando vergüenza, falta de autoestima, ansiedad y mayor riesgo de sufrir depresión, según advierte la psicóloga de la asociación de Crohn y Colitis Ulcerosa de la Comunidad Valenciana, Miriam Fayos Tudela.
La fatiga, el dolor y el cansancio son algunos de los síntomas más frecuentes de las enfermedades inflamatorias inmunomediadas y que, en muchos casos, condicionan el estado de ánimo de los pacientes. «Las enfermedades inflamatorias autoinmunes provocan limitaciones y cambios en las actividades diarias de los pacientes, lo que produce en muchos casos sentimientos de frustración, ansiedad o tristeza, alterando el estado de ánimo de las personas e incidiendo de forma negativa en su calidad de vida», precisa la psicóloga.
A pesar de que en los últimos años se ha avanzado mucho en el abordaje y tratamiento de enfermedades como la artritis reumatoide, la psoriasis, las enfermedades inflamatorias intestinales o la dermatitis atópica, los pacientes también precisan ayuda para abordar los sentimientos, dudas y miedos que surgen en el transcurso de la enfermedad.
Estos pacientes, tras el diagnóstico, manifiestan alteraciones en su estado de ánimo, así como un impacto en sus actividades de ocio y sus relaciones sociales, de pareja, laborales y escolares. Con frecuencia se sienten estigmatizados y excluidos de sus entornos sociales habituales, especialmente cuando la enfermedad es visible, como la psoriasis, y se presenta en la cara y las manos.
En este sentido, la experta apunta que «los pacientes que padecen psoriasis no quieren usar prendas de ropa que muestren sus lesiones en la piel, por vergüenza o miedo a lo que piensen los demás o los pacientes con Enfermedad de Crohn siempre dudan si apuntarse a planes con amigos si no ven claro que vaya a haber un baño cerca por si tienen una emergencia».
El 39 por ciento de los pacientes refiere que la psoriasis influye mucho en su día a día y afecta a su esfera emocional, tiempo libre y a la calidad del sueño, entre otros aspectos. En el caso de la artritis reumatoide, el 42,2 por ciento de los pacientes refiere que necesita de la ayuda de una persona para realizar las actividades del día a día, lo que hace que tengan, en ocasiones, sentimientos de tristeza por no poder realizar hábitos del día a día por sí mismos.
Por otro lado, el picor, uno de los síntomas más característicos de la dermatitis atópica, provoca alteración del sueño, problemas de concentración, depresión e incluso pensamientos suicidas en brotes agudos. Además, el 44 por ciento de los pacientes ha necesitado apoyo psicológico debido a la enfermedad y un 30 por ciento padece ansiedad. Con respecto a las espondiloartritis, el 65 por ciento de los pacientes siente miedo por cómo afectará la enfermedad a su vida y a sus familiares.
Asimismo, esta especialista subraya la importancia de las asociaciones de pacientes, porque «compartir los sentimientos y las inquietudes de la enfermedad con otras personas en tu misma situación ayuda a mejorar psicológicamente y a afrontar mejor la patología, al sentirnos comprendidos, respetados y acompañados, así como evitar el aislamiento y la estigmatización de la enfermedad», argumenta la psicóloga.
Aun así, hay que tener en cuenta que «en este tipo de enfermedades hay altibajos y que, aunque emocionalmente los pacientes se encuentren bien, puede haber épocas en las que no lo estén. Por eso deben ser conscientes de que, en determinados momentos, es posible que necesiten ayuda psicológica para gestionar esos sentimientos negativos», concluye Fayos
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