Ganar al Arsenal en el Emirates Stadium y avanzar a la cima de la Premier League es un golpe de autoridad en toda regla, aunque aún falten 14 partidos por disputar.
Es una manera de llegar enchufadísimo al tramo decisivo de la temporada, huyendo de irregularidades, demostrando con fútbol que el equipo sigue regido por los altos estándares a los que nos tiene acostumbrados.
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El City buscaba el recurso Haaland en los primeros minutos. Algún balón en largo o alguna caída en banda. La velocidad y el peligro que genera el noruego no van ligados siempre con el gol. Esos “intangibles” también suman.
Si bien es cierto que la primera la tuvo Nketiah de cabeza con un remate desviado a un centro de Zinchenko, el jugador que lleva la batuta de este City no tardó en aparecer. En los días importantes suelen aparecer los jugadores decisivos. Kevin De Bruyne es de esos.
Corría el minuto 24 cuando Tomiyasu se confió en exceso a la hora de ceder un balón hacia atrás para Ramsdale. El pase quedó muy corto y el portero, a media salida. De Bruyne olió el peligro, se anticipó al guardameta y de primeras se sacó de la chistera una vaselina majestuosa. Un tanto sólo a la altura de unos pocos escogidos.
Pese al gol recibido, los gunners no le perdían el pulso al partido. Tomiyasu, en un intento de redimirse de su error en el primer tanto, y Saka rondaban la portería de Ederson.
Nada serio hasta que en el minuto 39, Nketiah supo generar un penal cuando parecía que lo peor para el City había pasado. El delantero superó en la salida a Ederson, pero el remate, algo flojo desde una posición muy escorada, lo sacó un heroico Aké sobre la línea.
Sin embargo, Anthony Taylor decidió cobrar pena máxima por el contacto posterior de Ederson sobre Nketiah, cuando el delantero ya había disparado. Bukayo Saka demostró sangre helada, no erró desde los once metros y las tablas volvieron al marcador.
Si al gol del City el Arsenal había reaccionado con rapidez, esta vez los skyblues no tardaron en reponerse.
Justo un minuto antes del descanso, Nathan Aké casi vuelve a ponerse la capa de superhéroe ante el Arsenal. Rodrigo Hernández remató con la testa un centro a balón parado, el esférico rozó en Aké, tocó el suelo y se elevó hasta el travesaño. No llegó el segundo por centímetros. Casi no se podía creer.
Con información de Prensa MCity
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