Las familias más pobres de la ciudad boliviana de Santa Cruz, la mayor y la más afectada por la COVID-19 en el país, dan el último adiós a sus seres queridos fallecidos por la enfermedad en ataúdes de cartón, un apoyo del municipio frente a los elevados costes de los servicios funerarios.
Enterrar o cremar a un difunto por COVID-19 se ha vuelto casi un lujo, ya que el coste mínimo que cobran actualmente las funerarias en Santa Cruz, una ciudad con más de millón y medio de habitantes, es de unos 1.000 dólares.
Ante estos “cobros excesivos”, la Alcaldía cruceña contrató una empresa que elaboraba cajones para empacar fruta y ahora fabrica “cofres ecológicos” que se entregan gratuitamente a las familias más necesitadas para despedir a sus difuntos víctimas de la COVID-19.
“La ayuda que estamos brindando es para aquellas familias que de verdad lo necesitan y viven en situaciones difíciles y peor con un difunto es más complicado”, dijo a Efe el director de Cementerios de la Alcaldía cruceña, Ronald Romero.
Los féretros son sencillos, sin asas ni adornos, como los cajones de cartón con tapa, aunque tienen la forma de un ataúd convencional de madera.
Los ataúdes son “ecológicos”, de “fácil combustión” en el horno crematorio y aguantan un peso máximo de entre 100 a 120 kilos, señaló Romero.
Además de los ataúdes, el municipio también brinda a estas familias un servicio gratuito de traslado del difunto hasta el cementerio o crematorio, indicó el funcionario.
Hasta el momento alrededor de un centenar de familias han accedido a este servicio municipal.
Con unos once millones de habitantes, Bolivia reporta 1.942 decesos y 52.218 casos confirmados de la COVID-19, según los más recientes datos oficiales.
La pandemia presenta una curva en el país con una tendencia ascendente y el Gobierno interino de Bolivia mantiene que el pico está aún por llegar, pues estima que se alcanzará entre finales de agosto y comienzos de septiembre./EFE